Ajedrez: La obsesión del ajedrecista

El ajedrez es, sin duda, una de las actividades más absorbentes y complejas que existen en el ámbito de los juegos de estrategia. La pasión que genera entre los jugadores, desde principiantes hasta los más grandiosos campeones del mundo, es indescriptible. El texto habla sobre cómo algunos ajedrecistas llegan a ser extremadamente obsesivos con el juego, dedicando una cantidad impresionante de tiempo a mejorar sus habilidades, analizar partidas y estudiar estrategias.
Esta obsesión se ve ejemplificada en las rutinas de grandes jugadores como Bobby Fischer y Boris Gelfand, quienes integran el ajedrez en todos los aspectos de su vida cotidiana, desde el desayuno hasta la cena. Fischer, por ejemplo, pasaba la mayor parte de la noche estudiando, incluso después de haber alcanzado la cima de su carrera como campeón mundial. Por otro lado, Gelfand empleaba su tiempo libre a mejorar su juego, incluso mientras daba paseos.
El texto también menciona a otros campeones, como Garry Kasparov y Boris Spassky, reflejando que, aunque algunos ajedrecistas pueden parecer menos dedicados en comparación con otros, todos a ese nivel están profundamente comprometidos con el ajedrez. La dedicación a este juego es tan intensa que algunos ajedrecistas, como se menciona en el caso de Geller, incluso insinúan que el ajedrez forma parte de su subconsciente, llegando a murmurar jugadas mientras duermen.
Las respuestas de jugadores como Sergey Karjakin, quien ha admitido que la mayor cantidad de tiempo que ha pasado sin pensar en ajedrez es de tres días, reafirma la idea de que el ajedrez no es solo un pasatiempo, sino que es una parte integral de su vida.
En resumen, el ajedrez se presenta no solo como un juego, sino como una forma de vida para muchos de sus practicantes más dedicados. Esta dedicación y obsesión por el ajedrez crea un vínculo profundo y casi inquebrantable entre el ajedrecista y el juego, como lo expresó Víctor Korchnoi: el ajedrez es la vida.

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