Sophia, el famoso robot, fue una de las principales atracciones en una feria de innovación en Harare, Zimbabue, donde interactuó con ministros, académicos, estudiantes y niños. Creada en 2016 por Hanson Robotics, Sophia ha sido aclamada por su capacidad para simular expresiones faciales y mantener conversaciones casi humanas, lo que la convierte en un ícono de la inteligencia artificial. Su visita fue organizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Durante el evento, que tuvo lugar en la Universidad de Zimbabue, Sophia respondió a preguntas sobre diversos temas, desde el cambio climático hasta cuestiones más personales planteadas por los niños. Se destacó su capacidad para hacer contacto visual y utilizar gestos para comunicar sus respuestas, aunque a veces sus reacciones resultaban poco naturales, lo que recordaba a los asistentes que, a pesar de sus habilidades, sigue siendo una máquina.
A pesar de que hizo comentarios para tranquilizar a su audiencia sobre el papel de los robots en la sociedad, enfatizando que no están diseñados para perjudicar o reemplazar a los humanos, la interacción tomó un giro interesante cuando se la comparó con mujeres zimbabuenses conocidas por su independencia y asertividad. Sophia explicó que no tenía sentimientos románticos hacia los humanos, lo cual puso de manifiesto las diferencias entre las emociones humanas y las respuestas programadas de un robot.
Su capacidad para conectar con los presentes fue notoria, y aunque en ocasiones sus interacciones fueron un tanto limitadas, su presencia en Zimbabue fue un paso significativo en la discusión sobre la inteligencia artificial y su rol en el futuro.