Violencia vicaria: el delito que no se reconoce, pero se vive
El caso de Esmeralda Mendoza Álvarez y su hijo destaca un grave problema de violencia vicaria en Querétaro, una situación que afecta a muchas mujeres y sus hijos en el contexto de conflictos familiares. La violencia vicaria se caracteriza por la manipulación de los hijos por parte de un padre abusador con el fin de dañar emocional o psicológicamente a la madre, y su presencia en los procesos judiciales es alarmante.
A pesar de los esfuerzos de organizaciones como "Las TEMIS luchando juntas A.C." y el avance legal que se ha logrado con la tipificación de este tipo de violencia en otras jurisdicciones, aún queda un largo camino por recorrer en Querétaro. La falta de reconocimiento oficial y de abordajes efectivos por parte de las instituciones refleja un déficit en la formación y sensibilidad de los jueces y juzgadoras sobre la violencia de género y sus manifestaciones.
La declaración de Marlene Martín Rico, abogada de la ONG, indica que hay un desafío significativo en términos de voluntad y cambio de mentalidad dentro del sistema judicial. Esta situación pone de relieve la importancia de que los procesos legales no solo reconozcan la violencia vicaria como un fenómeno perjudicial, sino que también aborden el impacto que tiene en las víctimas y sus hijos. La necesidad de implementar una perspectiva de género y de infancia en las decisiones judiciales es urgente para garantizar la protección y el bienestar de las familias afectadas.
Los testimonios y las estadísticas sobre el aumento de denuncias reflejan una crisis que necesita ser abordada con la seriedad y urgencia que merece, asegurando que las leyes en pro de la protección de las mujeres y niños sean efectivamente aplicadas. La lucha contra la violencia vicaria no solo es una cuestión de justicia, sino de redefinir la forma en que la sociedad y las instituciones responden a estas realidades.
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