El primer ministro británico, Keir Starmer, expresó su decepción ante la decisión del gobierno de Donald Trump de imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio, y sugirió que el Reino Unido podría considerar una respuesta de represalia. Starmer, líder del Partido Laborista, destacó que su administración está adoptando un enfoque pragmático, manteniendo abiertas todas las opciones mientras las negociaciones comerciales con Estados Unidos continúan.
En una sesión de preguntas en la Cámara de los Comunes, respondió a críticas del líder de los Liberal Demócratas, Ed Davey, quien abogó por un enfoque más firme hacia Trump, similar al de otros aliados como Europa y Canadá, que ya han respondido a los aranceles con impuestos propios sobre productos estadounidenses como bourbon y jeans.
Starmer ha trabajado en establecer una relación sólida con la administración Trump, buscando evitar así que se apliquen aranceles a otros bienes británicos. Las preocupaciones son especialmente alarmantes para la industria del acero en el Reino Unido, que ha experimentado un declive significativo desde la década de 1970, representando actualmente solo el 0,1% de la economía británica. La acería más grande del país, ubicada en Port Talbot, Gales, enfrenta la amenaza de miles de despidos mientras su propietario, Tata Steel, busca hacer la planta más rentable y sostenible.