“Dios juega videojuegos y yo soy su puto Mario Bross”

La crítica de Richard Viqueira sobre su espectáculo "Dios juega videojuegos y yo soy su puto Mario Bross" resalta la originalidad e irreverencia de esta propuesta teatral, la cual fusiona el arte del teatro inmersivo con la interactividad de los videojuegos. A través de un formato participativo, los asistentes se involucran de manera activa con los "muñecos humanos", quienes, al igual que en un videojuego, responden a las decisiones e interacciones del público.
El espectáculo no solo busca entretener, sino que también provoca reflexiones sobre el control y la libertad en las decisiones, un tema pertinente en la era de la tecnología y los videojuegos. La forma en que los personajes activan diferentes dinámicas de juego según las respuestas del público añade una capa de incertidumbre y diversión, cuestionando así la noción de responsabilidad y culpabilidad en un contexto lúdico.
La crítica destaca cómo el evento escénico ofrece momentos de risa y sorpresa, al tiempo que desafía la pasividad del espectador mediante la interacción constante. Con un elenco que se muestra propositivo y enérgico, el espectáculo no solo se convierte en un divertimento, sino en un experimento social que invita a la audiencia a cuestionarse y a participar activamente en las narrativas presentadas.
En resumen, "Dios juega videojuegos y yo soy su puto Mario Bross" es un reflejo creativo de cómo el teatro contemporáneo puede explorar nuevas formas de comunicación y participación, resaltando tanto el potencial de los espectáculos inmersivos como la influencia de los videojuegos en la cultura actual.

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