La situación política en Oaxaca se ha vuelto especialmente tumultuosa con la reciente controversia en torno al exgobernador priista Alejandro Murat Hinojosa y su afiliación a Morena. Los graves acusaciones de corrupción, la crisis en el sistema de salud, y la percepción de que su administración favoreció prácticas de cacicazgo han avivado el descontento.
El actual gobernador de Oaxaca, Salomón Jara Cruz, ha expresado su indignación ante la posibilidad de que Murat y el también exgobernador Miguel Ángel Yunes Márquez sean aceptados en Morena. Jara Cruz argumenta que ambos representan un antítesis de los principios del movimiento, instando a la Comisión de Honor y Justicia a rechazar sus solicitudes.
La reacción de Jara Cruz ha sido respaldada por miembros de su partido y otros legisladores, quienes buscan evidenciar las supuestas corruptelas del gobierno anterior. Esta situación ha generado tensiones internas dentro de Morena, donde figuras como Benjamín Robles Montoya han exigido un escrutinio más profundo sobre la trayectoria de Murat, incluso tachándolo de “narcogobernador”.
La crisis se profundiza en un contexto donde la Cuarta Transformación enfrenta desafíos significativos en Oaxaca, poniendo a prueba la cohesión del movimiento en el estado y la voluntad de sus líderes para enfrentar lo que consideran traiciones internas y el legado problemático de administraciones previas.