Miguel de Lara, un nadador mexicano, ha experimentado un largo y arduo camino hacia su sueño de participar en los Juegos Olímpicos. Luego de escribir una carta a sí mismo en 2004 donde plasmó su meta olímpica, logró clasificar para París 2024, marcando su debut en unos Juegos Olímpicos casi dos décadas después de haberlo deseado de niño. Sin embargo, su debut competitivo el 27 de julio no fue el esperado, ya que fue descalificado en su heat eliminatorio de los 100 metros pecho.
A lo largo de su carrera, De Lara ha enfrentado múltiples obstáculos, incluyendo la falta de clasificación en Río 2016 y no lograr la marca mínima para Tokio 2020, donde su oportunidad se desvaneció debido a que otro nadador logró la clasificación en el último momento. A pesar de estos contratiempos, De Lara se mantiene enfocado en su trabajo y dedicación, sosteniendo que el esfuerzo constante es lo que realmente determina el éxito en su deporte. Aprecia y respeta a sus competidores, reconociendo el mérito de quienes logran clasificaciones.
Con una perspectiva científica sobre su camino, reflexiona sobre el papel de las decisiones y la determinación en la vida, convencido de que si bien no cree en casualidades, sí en la importancia de las elecciones personales que lo han llevado a donde está. Aunque la dificultad para alcanzar los Juegos Olímpicos ha aumentado con el tiempo, su pasión por la natación y su deseo de competir a nivel internacional continúan intactos.