Marco Verde, el joven boxeador de 22 años, está a punto de hacer realidad un sueño que ha llevado consigo desde su infancia: participar en los Juegos Olímpicos, como lo hizo su padre Manuel Verde en Barcelona 1992. Con la vista fija en París 2024, Marco no solo aspira a escribir su propio capítulo en la historia del boxeo, sino que también busca rendir homenaje al legado familiar en el deporte.
Consciente de la responsabilidad de representar no solo a su familia, sino también a México, Marco busca llevar de nuevo al boxeo mexicano al podio olímpico. Este deporte ha sido uno de los más exitosos para el país, acumulando 13 medallas desde que Francisco Cabañas ganó la plata en Los Ángeles 1932. Sin embargo, en los últimos 24 años, solo se han conseguido dos medallas de bronce, lo que genera una presión adicional para el joven pugilista.
Nacido el 11 de febrero de 2002 en Mazatlán, Sinaloa, en un entorno donde el béisbol y el boxeo son altamente valorados, Marco mostró desde pequeño un gran talento en ambas disciplinas. A los seis años, empezó a practicar béisbol, pero debido a su energía desbordante, sus padres decidieron inscribirlo en boxeo como una forma de canalizar su intensidad. A la edad de 10 años, comenzó su entrenamiento con Radamés Hernández Cazares, quien curiosamente había sido el entrenador de su padre en los Juegos Olímpicos de 1992. Así se repite una historia familiar llena de historia y legado en el boxeo.
Marco Verde está determinado a no solo competir, sino a dejar una huella significativa en el deporte y en la historia olímpica de México.