“La sustancia”
La reseña de La sustancia (The Substance), dirigida por Coralie Fargeat e interpretada por Demi Moore, presenta un relato que desafía las convenciones del cine de Hollywood a través de un cuento de hadas oscuro y grotesco. La trama gira en torno a Elizabeth Sparkle, una exestrella de la pantalla que enfrenta, de manera sarcástica, la dura realidad de ser considerada "caducada" en la industria del entretenimiento, a pesar de su pasado como ganadora de un Óscar. La historia cobra vida con la introducción de una sustancia mágica que permite el rejuvenecimiento físico, pero a un alto costo emocional y psicológico.
El filme se sumerge en temáticas sobre el culto a la imagen y el narcisismo, reflejando de manera incisiva la presión que siente una mujer en el contexto de Hollywood, donde el valor parece estar vinculado a la juventud y la apariencia física. A través de la transformación de Elizabeth en una joven llamada Sue, la película explora las dualidades de identidad y la lucha interna entre las distintas versiones de una misma persona. Este yo dividido provoca una serie de consecuencias horrorosas, haciendo eco de los elementos del horror corporal al estilo de David Cronenberg.
La reseña también señala que, aunque a menudo se tilda a la película de feminista, tal descripción puede ser reductiva. Si bien el film critica el mercantilismo en el cine que valoriza el cuerpo de la mujer, también se extiende a la obsesión contemporánea por la imagen en hombres y en todos los géneros. La sutil crítica social que emerge de la dirección de Fargeat va más allá del feminismo tradicional y toca las inquietudes sobre la manipulación y la explotación de la imagen en un sentido más amplio.
En términos estéticos, la película utiliza un enfoque distintivo y poderoso, aplicando técnicas visuales que crean una percepción deformada del mundo, lo que se suma a la atmósfera de inquietud y desasosiego. La habilidad de Fargeat para manejar escenas de violencia y grotesquería añade una capa de relevancia y crítica a las convenciones del cine de terror y de la representación de la mujer en la pantalla.
En conjunto, La sustancia se presenta como una obra ambiciosa que no solo desafía las normas de la representación femenina, sino que también invita a los espectadores a reflexionar sobre los costos del narcisismo, la imagen y la cultura consumista.
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