La ola de violencia en Chilpancingo, Guerrero, ha causado la muerte de tres personas en un corto periodo de 48 horas, destacando la preocupación por la seguridad en la región. El primer asesinato fue el de Alfredo Galindo Valente, un policía estatal que fue atacado a balazos mientras se encontraba en un andador del fraccionamiento SUSPEG. Posteriormente, Jesús "N", un exagente de tránsito y chofer de una ruta de transporte público, fue ejecutado en la colonia Independencia, evidenciando un patrón de violencia dirigido hacia figuras asociadas a las fuerzas de seguridad. Finalmente, un tercer individuo fue abatido con un rifle AR-15 en la colonia Juan N. Álvarez, lo que sugiere un uso de armamento de alto poder. Las investigaciones iniciales han recolectado numerosos casquillos de arma, y las autoridades están indagando en la posible conexión de estos crímenes con disputas entre organizaciones criminales y su vinculación con funcionarios locales. La situación en la capital de Guerrero refleja un problema de violencia persistente y la necesidad de abordar las raíces de estos conflictos.