El evento del "Día del Presidente" en el Zócalo de la Ciudad de México se llevó a cabo de manera austera, marcando un contraste con las concentraciones masivas que caracterizaron la administración de Andrés Manuel López Obrador. Aunque miles de personas asistieron para mostrar su apoyo durante su sexto y último informe de gobierno, la plaza no alcanzó la misma multitud que en años anteriores.
A pesar de que algunos llegaron desde temprano, el Zócalo no se vio lleno, permitiendo incluso el paso sin dificultades. Este cambio en la asistencia también se reflejó en la disposición del espacio, con un gran número de sillas colocadas para el evento, pero sin la congestión habitual, lo que permitió que los vendedores ambulantes tuvieran más espacio para operar.
Durante el discurso, que comenzó a las 10:30 horas, algunos asistentes se encontraron ubicados lejos del templete y de las pantallas gigantes, lo que contrastó con la cercanía que muchos han tenido en eventos anteriores. La atmósfera combinó el fervor del apoyo hacia el presidente con una sensación de despedida, dado que solo le queda una breve participación antes del Grito de Independencia.
Este acto final para López Obrador incluyó momentos de emotividad, pero también un aire de despedida, mientras se preparaba para su retiro a Palenque, Chiapas. La variedad de reacciones y la asistencia más moderada han suscitado reflexiones sobre el legado del mandatario y el futuro político del país.