Caín Velásquez, el exluchador de artes marciales mixtas y campeón de peso completo en la UFC, ha sido sentenciado a cinco años de prisión por su participación en un tiroteo ocurrido en febrero de 2022. Este incidente se produjo en un contexto de desesperación paternal, ya que Velásquez disparó contra un hombre, Harry Goularte, quien estaba acusado de abusar sexualmente de su hijo cuando este tenía tan solo cuatro años.
El tiroteo se extendió por más de 17 kilómetros, desde Morgan Hill hasta San José, California, donde Velásquez disparó en múltiples ocasiones con una pistola calibre .40. A raíz de esta acción, el padrastro de Goularte, Paul Bender, resultó herido en el brazo y el torso. A pesar de la gravedad de los hechos, Velásquez se declaró inocente de los cargos de intento de asesinato, agresión y posesión de armas.
Desde noviembre de 2022, Velásquez había estado bajo prisión domiciliaria, y la corte reconoció este tiempo, contabilizando un total de 1,283 días que se descontarán de su sentencia. Esto significa que le queda aproximadamente un año y medio por cumplir de su condena. Este caso ha resonado en el ámbito mediático y ha generado un amplio debate sobre los límites de la defensa de un padre y las implicaciones legales de sus acciones en un contexto tan doloroso.