Antonio Ortiz, conocido como "El Gritón", fue un destacado artista y promotor cultural en la Ciudad de México, cuya vida y obra dejaron una huella significativa en la comunidad artística. Su exposición de pinturas monumentales en el Palacio de la Escuela de Medicina de la UNAM marcó un hito, reflejando su entusiasmo y dedicación hacia el arte, a pesar de los inconvenientes logísticos relacionados con la instalación de la muestra.
Con una personalidad cálida y generosa, Gritón se comprometió a apoyar a artistas emergentes, a menudo ignorando críticas y celebrando la vigorosa juventud creativa. Durante la pandemia, mostró su espíritu innovador al crear un proyecto que simulaba la venta de su patrimonio para ayudar a artistas que enfrentaban dificultades económicas, evidenciando su compromiso con el bienestar de la comunidad artística.
Su obra se caracterizó por un lenguaje visual vibrante, con una paleta de colores estridentes y la incorporación de elementos diversos que reflejaban tanto su formación científica como su inclinación por el arte. Gritón también fue un ferviente defensor del artivismo, utilizando su arte como herramienta de denuncia social. Participó activamente en movimientos de izquierda y apoyó causas como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Como promotor cultural, Gritón impulsó numerosas iniciativas, desde intervenciones de arte público hasta la creación de centros culturales y el exitoso Tianguis de Gráfica. Su legado incluye también su trabajo en la educación artística, contribuyendo con publicaciones que fomentan el aprendizaje en este ámbito.
Su capacidad para conectar con una amplia gama de personas del mundo del arte, desde artistas de diferentes disciplinas hasta coleccionistas y funcionarios, lo convirtió en un puente entre diversos segmentos del sistema artístico. Su vida y obra se recuerdan no solo por su resultado estético, sino también por su impacto social y su dedicación a la comunidad.