México, década perdida.

México enfrenta la mayor crisis económica desde que se tienen registros en la historia moderna y se avizora una década perdida.
El crudo diagnóstico es de la organización de la sociedad civil, apartidista Signos Vitales.
La dirección ejecutiva la encabeza Carlos Lascurain, y su comité ejecutivo lo integran: María Amparo Casar, Enrique Cárdenas, Julio Frenk, María Elena Morera, Federico Reyes Heroles, Jorge Suárez Vélez y Duncan Wood.
Al documento del mes de octubre lo intitularon: México Enfermo, con indicios de un régimen totalitario y está subdividido en varios capítulos.
En el Diagnóstico del Estado del país, dedica un capítulo a la revisión de la situación económica bajo el subtítulo: se avizora una década perdida, perspectivas de la economía. El fraseo es directo.
Destaca que la economía mundial y la mexicana transitan por la peor crisis económica en la historia moderna.
Para México, la crisis es la mayor desde que se tienen registros macroeconómicos.
México se encuentra entre los países que no lograrán recuperarse en los próximos dos años para alcanzar los mismos niveles de actividad económica que tenían
Está entre los países que no aplicaron políticas contracíclicas decisivas para responder a la caída de los ingresos de la población y del empleo.
El pronóstico de crecimiento para México de diversas instituciones es de –9.5% para 2020, y una recuperación de 3.1% en 2021 y 2.4% en 2022.
Es decir, México iniciará el año 2023 con una actividad económica que se encontrará 4.5% por debajo del nivel que había al inicio de 2020.
En términos per cápita, el nivel será 7.5% menor al de 2019 y casi 10% menor al de finales de 2018.
¿Cuántos años más se requerirán simplemente para llegar al nivel, ya de por sí bajo, que se tenía entonces?
A juzgar por el crecimiento histórico de los últimos 20 años, si la economía creciera a este ritmo, tomaría más de diez años alcanzar los niveles de ingreso per cápita de 2018.
Se avizora así una década perdida.
El análisis hace notar que el actual gobierno tomó el camino equivocado en materia económica frente a la crisis sanitaria.
Dice: México decidió privilegiar el bajo déficit público y no recurrir al endeudamiento en lugar de privilegiar el ingreso de las familias, la subsistencia de las empresas y el empleo.
El saldo hasta ahora es que la actividad económica en 2020 será semejante a la registrada en 2014, y en términos per cápita será del nivel que teníamos en 2010.
Luego hace un recuento de los daños: el consumo de las familias tiene un retroceso de 10 años, la inversión fija bruta ha retrocedido 16 años, la tasa de desempleo ajustada por el efecto del Covid-19 es cercana al 15% al mes de julio y se espera el cierre permanente de casi medio millón de empresas.
Deja ver que el T-MEC no será la panacea.
Advierte que el sector externo presenta fragilidad y una expectativa de recuperación parcial dado el incremento en la dependencia por exportaciones hacia Estados Unidos; la baja en las importaciones de capital y bienes intermedios de igual manera afectarán sustancialmente las cadenas de suministro y el producto.
Las finanzas públicas e inversión también están dañadas.
La contracción en el consumo de casi 24% a tasa anual, la reducción en 62.6% en los ingresos de las empresas debido al cierre, la brecha laboral cercana al 40% y la quiebra de más de 450,000 empresas, conducen inexorablemente a la reducción en la recaudación fiscal.
La diferencia entre lo recaudado y lo previsto asciende a 169,000 millones de pesos al mes de junio.
La contracción de la inversión, que lleva ya varios años y se ha acentuado por la política del actual gobierno al cancelar proyectos de inversión en curso y más recientemente por la pandemia, permite prever una reducción sustantiva del potencial de la economía mexicana para crecer en el futuro. Es decir, se está contrayendo el PIB potencial.

Articulo publicado en: El Economista

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