A medida que Marco Verde crecía, su fascinación por el boxeo se fue afianzando, superando su miedo inicial a los golpes. La influencia de su padre, Manuel Verde, y las historias familiares sobre la competencia en los Juegos Olímpicos lo motivaron a seguir adelante en este camino. Entrenó arduamente con Radamés Hernández Cazares, quien no solo compartió su conocimiento del boxeo, sino que también se convirtió en un mentor para Marco, ayudándolo a moldear su estilo y técnica.
En sus años de formación, Marco comenzó a participar en torneos locales y nacionales, donde demostró un talento excepcional y ganó reconocimiento por su habilidad en el ring. Su carrera amateur despegó rápidamente, y en muy poco tiempo, llamó la atención de los entrenadores nacionales. Cada victoria era una reafirmación de sus sueños y del legado que llevaba en su sangre.
El amor y el apoyo de su familia siempre fueron incondicionales, y a medida que Marco avanzaba hacia sus objetivos, comprendió la importancia de su camino. Esto no solo era una cuestión personal, sino también un viaje de honor hacia su padre y todos aquellos que habían luchado por mantener vivo el boxeo mexicano en el plano internacional. Sabía que al acercarse a los Juegos Olímpicos de París 2024, sus esfuerzos podrían devolver el brillo al boxeo en México, un deporte que había enfrentado altibajos en los últimos años.
Con una preparación meticulosa y la mentalidad enfocada, el día de la competencia se acercaba. El 31 de julio marcaba un hito crucial en su carrera, y enfrentarse al alemán Magomed Schachidov sería una prueba de fuego. Marco se dispuso a dar lo mejor de sí, decidido a dejar su propio legado y a plasmar su nombre en la historia del boxeo olímpico mexicano.
Este evento no solo era una oportunidad para demostrar su talento, sino también para hacer honor a su padre y a todos los boxeadores que habían luchado antes que él, buscando no solo el éxito personal, sino también un renacer del boxeo en su país. Con la mirada puesta en el podio, Marco Verde estaba listo para escribir un nuevo capítulo en la historia familiar y en la del deporte en México.