En el contexto político actual de México, la confrontación entre miembros de diferentes partidos se ha intensificado, como lo demuestra el reciente comentario de la senadora panista Lilly Téllez sobre Gerardo Fernández Noroña, quien ha sido designado presidente de la Mesa Directiva del Senado por el partido Morena. Téllez no escatimó en palabras al calificar a Noroña como un "pandillero, hablador, mentiroso y grosero", argumentando que su liderazgo representa lo que considera una falta de decencia y respeto en la política.
Durante su declaración, Téllez también aseguró que tendría a Noroña "en la mira" y que haría lo posible por obstaculizar su trabajo en el Senado, lo que demuestra una clara oposición a su figura y a la ideología que él representa. La senadora hizo énfasis en su crítica hacia Morena, aseverando que su esencia se refleja en la actitud de Noroña, lo que, según ella, es emblemático de la falta de institucionalidad y civismo en el partido.
Estas declaraciones ilustran no solo el rechazo a una figura política, sino también un contexto de polarización donde los enfrentamientos verbales entre partidos son cada vez más comunes, acentuando las diferencias ideológicas y estratégicas en el ámbito político mexicano.