Estatuas de estrellas como Harry Kane y Cristiano Ronaldo no siempre convencen
El fenómeno de las estatuas de figuras públicas ha generado tanto admiración como críticas a lo largo de los años. Muchas de estas obras han sido objeto de burlas por no representar fielmente a sus sujetos, ya sea por exageraciones en características físicas o por una ejecución deficiente que resta valor al homenaje. Las comparaciones son a menudo inevitables y se han convertido en un tema recurrente en el ámbito del arte público.
Casos como el de Harry Kane, cuya escultura fue comparada con un personaje de cómic, o la figura de Dwyane Wade, que algunos dicen se asemeja más a Laurence Fishburne que al propio jugador, reflejan la percepción del público ante la representación artística. La estatua de Cristiano Ronaldo en 2017 también se convirtió en un referente de la fail art, al presentar al futbolista con rasgos caricaturescos que no coincidían con su imagen real.
Igualmente, la escultura de Mohamed Salah fue criticada por su cabeza desproporcionadamente grande, mientras que el busto de Andy Murray produjo risas por su representación poco favorecedora. Estos ejemplos evidencian que, aunque el propósito de una escultura puede ser honrar a un atleta o figura pública, a veces el resultado puede llevar a la burla en vez de al reconocimiento.
Lucy Branch, conservadora de estatuas, señala que en la antigüedad los escultores no estaban tan enfocados en la precisión. En ese tiempo, la reutilización de esculturas para representar a nuevos héroes era común, cambiando simplemente el nombre en la placa. Esto sugiere que la interpretación artística siempre ha estado sujeta a las normas culturales y estéticas del momento. Así, la evolución del arte de la escultura parece ser un reflejo de la sociedad y su relación con las figuras que admiran.
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