El asesinato del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, ha generado una serie de reacciones y especulaciones en la ciudad, que se encuentran marcadas por una notable atmósfera de inseguridad. Desde su muerte, que ocurrió la tarde anterior, la comunidad ha respondido con una disminución en la actividad cotidiana. Hoy, su cadáver es velado en la iglesia Santa Cruz, en un hecho poco habitual, ya que las misas de cuerpo presente son más comunes.
A pesar de que las clases en las escuelas se reanudaban oficialmente después de una pausa de dos semanas debido a las lluvias, las autoridades recomendaron a los directivos suspender actividades, lo que llevó a que internamente se cancelaran. El transporte público también ha experimentado una disminución en la cantidad de unidades en circulación, contribuyendo a una sensación de inactividad en la ciudad.
Los trabajadores de la alcaldía también reportaron la suspensión de la mayoría de las actividades en el edificio del gobierno local. Afuera del Ayuntamiento, las veladoras encendidas por los ciudadanos son un símbolo de luto y recuerdo por el alcalde fallecido, quien había asumido recientemente su cargo. La preocupación por la situación ha permeado en la sociedad, llevando a conversaciones colectivas en espacios como el transporte público, donde los ciudadanos comparten sus inquietudes sobre la seguridad en la ciudad tras este trágico suceso.