La situación en Tixtla, Guerrero, sigue siendo crítica tras el paso del huracán John, con aproximadamente la mitad de la ciudad aún inundada tres semanas después. Los residentes reportan que el 50% de la población ha sido afectada y solo un 5% se ha recuperado hasta ahora. La inundación ha impactado severamente el sector agrícola, afectando sembradíos de flores de cempasúchil y terciopelo, que son cruciales para los campesinos especialmente en la temporada de Día de Muertos.
El desbordamiento de la Laguna Negra resultó en inundaciones que afectaron a 2,500 casas y unas 10,000 familias, y aunque el agua ha comenzado a bajar en algunas áreas, el 45% de la ciudad sigue bajo el agua. Las condiciones han generado una alerta sanitaria, ya que la acumulación de agua estancada propicia la propagación de dengue y enfermedades dérmicas.
La gobernadora Evelyn Salgado visitó Tixtla el 30 de septiembre y prometió a los vecinos que se actuaría rápidamente para drenar el agua. Sin embargo, las soluciones implementadas hasta el momento, como el envío de dos bombas de ocho pulgadas, han sido insuficientes, ya que solo funcionan dos horas al día y no han logrado resolver el problema en los últimos 15 días. La comunidad sigue esperando acciones más efectivas del gobierno para enfrentar esta crisis.