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¿Por qué están cayendo tantos récords mundiales en el velódromo olímpico?
**MONTIGNY-LE-BRETONNEUX, Francia (AP)** — Sam Welsford desmontó su bicicleta de la era espacial, cuyo costo es comparable al de un Range Rover, y contempló el tiempo récord que su equipo de Australia acaba de marcar en la persecución masculina de los Juegos Olímpicos de París. “Me temo”, dijo Welsford con una sonrisa, “que tendremos que ir más rápido para conseguir el oro”.
Después de dos días de ciclismo en el Velódromo Nacional de Saint-Quentin-en-Yvelines, muy cerca del lujoso Palacio de Versalles, los récords mundiales se están derrumbando a un ritmo inusitado. La marca en el sprint femenino por equipos fue superada cinco veces el lunes por la noche, culminando con el trío británico de Sophie Capewell, Emma Finucane y Katy Marchant ganando a Nueva Zelanda en la final. A la noche siguiente, el equipo masculino de velocidad de los Países Bajos, formado por Roy van den Berg, Harrie Lavreysen y Jeffrey Hoogland, batió su propio récord mundial en dos ocasiones antes de conseguir el oro.
La explicación de esta explosión de récords es clara. “La pista es muy rápida y las temperaturas son muy altas”, observó Hoogland, “así que lo esperábamos”.
El equipo australiano, que incluye a Welsford, Oliver Bleddyn, Conor Leahy y Kelland O’Brien, no solo superó el récord mundial previo establecido por Italia para obtener la medalla de oro en Tokio, sino que lo hizo de manera impresionante, al terminar con un tiempo de 3 minutos y 40.730 segundos, casi dos segundos más rápido que el anterior, asegurando su lugar en la final del miércoles por la noche frente a sus rivales británicos.
El velódromo donde se compite tiene una longitud de 250 metros, como la mayoría de las pistas, pero cuenta con un radio constante de 23 metros y un peralte de 43 grados en las curvas, además de transiciones excepcionalmente suaves entre rectas y curvas, lo que genera un efecto de honda que favorece la velocidad.