El metano es un gas de efecto invernadero que, aunque se encuentra en menor concentración que el dióxido de carbono, tiene un potencial de calentamiento global mucho mayor, especialmente en el corto plazo. Esto lo convierte en un componente crítico a considerar en cualquier estrategia de mitigación del cambio climático, sobre todo para países como México, que enfrentan el reto de cumplir con sus compromisos internacionales y abordar las consecuencias para la salud pública asociadas a su emisión.
Juan Méndez, director de Incidencia y Comunicación de "Nuestro Futuro", resalta la urgencia de implementar soluciones efectivas en la gestión de residuos para reducir las emisiones de metano. Explica que, además de contribuir de manera significativa al calentamiento global, el metano genera otros gases nocivos, como el ozono troposférico, que tiene efectos adversos en la salud respiratoria de las personas. Se ha observado una correlación entre la exposición a altos niveles de metano y problemas de salud pública, incluyendo enfermedades respiratorias y cardiovasculares, así como malformaciones congénitas en recién nacidos en regiones con altas emisiones, como la Cuenca de Burgos.
En este contexto, es vital que México no solo esté al tanto de sus compromisos internacionales, incluyendo las futuras revisiones bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), sino que también priorice la salud de su población y busque estrategias de mitigación que incluyan la reducción de metano proveniente de diversas fuentes, como los vertederos y la producción agrícola. Esto no solo ayudará a mitigar el cambio climático, sino que también protegerá la salud y el bienestar de las comunidades afectadas.