Política
Narcos utilizan gente y animales en estado de vulnerabilidad para probar el fentanilo: NYT
El reportaje de "The New York Times" expone de manera alarmante las prácticas de los cárteles de drogas en México, específicamente el Cártel de Sinaloa, en relación con la producción y prueba de fentanilo. Se destaca cómo estos grupos criminales aprovechan la vulnerabilidad de personas y animales para experimentar con la letalidad de esta potente droga sintética. A través de visitas a laboratorios de fentanilo, el medio estadounidense revela un panorama sombrío donde los cocineros, algunos de los cuales son reclutados entre estudiantes de química, realizan procesos en condiciones rudimentarias y sin supervisión adecuada, poniendo en grave riesgo sus vidas.
Algunos detalles significativos del reportaje incluyen:
1. **Reclutamiento de estudiantes**: El cártel recluta a jóvenes con formación en química para hacer frente a la demanda de producción de fentanilo, lo que indica una corrupción en el acceso y aplicación del conocimiento académico.
2. **Pruebas de letalidad**: Los cocineros prueban la droga en personas y animales, utilizando a usuarios de drogas vulnerables como sujetos de experimentación. Esto ilustra no solo la falta de ética en su trabajo, sino también la deshumanización de las personas involucradas.
3. **Condiciones de trabajo peligrosas**: Los propios cocineros enfrentan graves riesgos de salud, sufriendo efectos adversos como desmayos y alucinaciones, indicando las condiciones extremas bajo las cuales operan estos laboratorios clandestinos.
4. **Manipulación de sustancias**: Los cárteles experimentan al mezclar diferentes sustancias, tratando de determinar cuál es más eficiente para provocar efectos letales, una práctica que recuerda a experimentos crueles y poco éticos en contextos médicos.
El testimonio de Renato Sales señala la naturaleza extremadamente peligrosa y despiadada de estas prácticas, cuestionando la moralidad detrás de usar seres humanos y animales para calibrar la potencia de las drogas, revelando así un episodio más de la crisis de salud pública causada por la epidemia de opiáceos en Estados Unidos y México.