Lamentablemente, la muerte de Marcela Alcázar Rodríguez es un trágico recordatorio de los riesgos asociados con prácticas de medicina alternativa que no cuentan con la debida supervisión científica. Los rituales como el Kambó, que implican la aplicación de sustancias potencialmente peligrosas, pueden tener consecuencias graves, especialmente si se realizan en condiciones no controladas o sin la adecuada atención médica.
En el caso de Alcázar, su participación en el diplomado "Formación de Sanadores" y la decisión de someterse a un ritual que requiere quemaduras en la piel para aplicar veneno de rana resultó en una serie de reacciones adversas. A pesar de que algunas personas creen en los beneficios de tales prácticas, es importante reconocer que no están exentas de riesgos significativos.
Su experiencia también pone de relieve la importancia de estar conscientes de la ética y la responsabilidad de quienes organizan y facilitan estos rituales, así como la necesidad de buscar atención médica adecuada y garantizar que las actividades se realicen en un entorno seguro.
Este suceso subraya la necesidad de abordar el uso de terapias alternativas con cautela y con un enfoque informado, considerando siempre la salud y la seguridad de los participantes. Es un recordatorio de que la búsqueda de curas y sanaciones debe siempre priorizar el bienestar físico y mental de las personas involucradas.