La violencia contra periodistas en México ha sido un problema persistente, y el reciente incidente en Ciudad Acuña, Coahuila, donde el reportero Obed Jiménez fue agredido por un militar, resalta la grave situación que enfrentan los comunicadores en el ejercicio de su labor. En este caso, el reportero estaba cubriendo un accidente vehicular en el que el agresor, un elemento del 26 Regimiento de Caballería Motorizada, estaba involucrado, y al intentar realizar una transmisión en vivo, se encontró con la hostilidad del militar, quien en un estado de ebriedad trató de interrumpir la cobertura.
La agresión, que incluyó intentos de arrebatar el celular del reportero y un comportamiento violento que implicó patadas, no solo perjudica al periodista en su trabajo, sino que también envía un mensaje intimidatorio a otros medios sobre las posibles repercusiones de informar sobre acciones de los miembros de las fuerzas armadas.
Es preocupante que, a pesar de la gravedad de la situación, no se haya emitido un comunicado oficial por parte de la corporación municipal respecto a la detención o sanción del militar involucrado. Este silencio puede interpretarse como una falta de apoyo a la libertad de prensa y una permisividad ante la violencia ejercida contra los trabajadores de medios.
El hecho de que un video del incidente haya sido retirado de la red, posiblemente por temor a represalias, es un indicativo más de la atmósfera de intimidación que muchos periodistas enfrentan en el país. La denuncia de este tipo de agresiones es crucial, no solo para la protección de los periodistas, sino también para la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la información del público. Es esencial que se tomen medidas efectivas para asegurar que tales actos de violencia sean investigados y que se garantice la protección de quienes ejercen el periodismo.