Cuando se planean viajes al extranjero se revisa el hospedaje, las actividades, los gastos y hasta la comida pero la salud siempre es dejada al último, en especial cuando se trata del registro de vacunas.
Hay muchos riesgos de contraer enfermedades diferentes a las que provienen de nuestro país, generalmente cuando se trata de viajes al extranjero. La dinámica de enfermedad es distinta en todo el mundo, y cambia no sólo de un país a otro, sino incluso de una localidad a otra en el mismo estado.
Vacunarse es una de las más eficaces formas de protegernos y proteger a los demás contra estos riesgos, y para ello necesitamos saber a qué riesgos nos enfrentamos.
Enfermedades que no existen en nuestro lugar de residencia pueden existir en el lugar a donde viajamos o viceversa. Lo que implica que nos pondremos en riesgo de contraer un padecimiento al que somos totalmente susceptibles

no tenemos cómo protegernos contra él

y ponemos en riesgo al resto de la población en nuestro lugar de residencia al traer, mientras estamos enfermos, el agente causante con nosotros; o incluso, llevamos enfermedades que antes no existían al lugar de destino.
El sarampión es una enfermedad que ya no se registra en México pero hay otros destinos fuera del país que si presentan reportes de casos, como en Estados Unidos, países de Europa y Canadá.
Además, para evitar que los viajeros transmitan enfermedades, hay países que incluso prohíben la entrada a su territorio si no se demuestra que la persona ha recibido algunas vacunas en específico

por ejemplo, la de la fiebre amarilla

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Lo primero que tienes que considerar es tener tu esquema de vacunación completo de acuerdo con tu edad, sexo y tu estado de salud, así como el tiempo transcurrido entre tus últimas dosis; posteriormente, completar el esquema de acuerdo con las vacunas que son necesarias y con base en los riesgos a los que te enfrentarás.
Existen otros riesgos que no son prevenibles mediante la vacunación, sin embargo, puedes tomar otras medidas de protección como repelente de insectos y el lavado constante de manos.

Fuente: Clínica del viajero