El tercer Informe de Gobierno y la rendición de Cuentas en México.

El México que hemos vivido desde hace unos años -y no precisamente solo durante el sexenio de López Obrador- es extremista. El último Presidente que acudió a entregar un informe de Gobierno y a dar un mensaje desde San Lázaro, fue Vicente Fox en 2005. Tras los resultados electorales de 2006 que polarizaron al país, en ese año y 2007 los presidentes solo lo entregaron en las puertas y se retiraron del recinto sin ofrecer discurso alguno. En esos tiempos, el PRD creía que había ganado al impedir que los encargados del Ejecutivo Federal subieran a dar su discurso… más equivocados no podían estar; ese vacío legal solo abonó a la opacidad que caracteriza a los gobierno de nuestro país.
Cuenta Barack Obama en su libro “Una tierra prometida” que cada enero, cuando acudía a entregar el Informe sobre el Estado de la Unión, sabía que recibiría aplausos desmesurados por parte de los demócratas y caras largas por los republicanos. Sin embargo, el respeto de escuchar al otro y sus ideas, ahí seguía. Saco esto a colación porque, el Congreso mexicano ha confundido su lucha y las maneras en que se quiere hacer escuchar. Por un lado, tenemos al partido gobernante

sea PAN, PRI, Morena

que en una visión aun doctrinaria ya ejerciendo cargos públicos, actúan como porristas oficiales del Ejecutivo Federal; y por el otro, la oposición que no aprende a ser oposición

igual, del color que sea

y se aferra a tomar tribunas, y a votar en contra todos los proyectos de Ley enviados por el Ejecutivo Federal beneficie o no al país,

idea impulsada por Morena tras convertirse en Grupo Parlamentario

; en la idea loca y poco patriótica de que si no pasan las reformas necesarias para el Plan Nacional de Desarrollo del Presidente, no quedan bien con el electorado y por lo tanto son más susceptibles de perder.
Entonces, llevamos 16 años sin escuchar el mensaje ante el Congreso General, y no lo digo porque me guste la larga y tormentosa transmisión en cadena nacional de este, sino porque era un paso fundamental para entender que el Presidente no se mandaba solo, y que un poder le rendía cuentas a otro, como el contra peso que era.
Tal vez algunos detractores o “mentes brillantes” estén pensando en este momento “si pero ahí está el informe si lo quieres revisar”

cosa que por supuesto haré

pero para un ciudadano normal, que no trabaja en este ambiente como algunos, que no ve las noticias o lee periódicos; el Presidente le está entregando 492 páginas para leer… y créanme que es pequeño a comparación de las administraciones anteriores que venía por tomos.
Una vez más, la critica se vuelve a centrar en Morena porque al considerarse partido de izquierda, la transparencia y rendición de cuentas deberían de ser objetivos en su administración; porque no existe excusa para que un Presidente que tiene a 278 diputados a favor, no vaya al Congreso de la Unión a presentar los excelentes resultados que tiene y que prefirió presumir desde la Palacio Nacional, ahí con puro empleado directo.
Por último señalo que en efecto, existen propuestas de reforma para volver esto una obligación, ya que una vez entregado el Informe, es normal aprobar un calendario de comparecencias de los Secretarios de Gobierno

de hecho algunos Secretarios han dejado plantados a los diputados

sin embargo, limitándose a un debate infructuoso y largo; estas iniciativas buscan que exista retroalimentación real, que siga siendo un contrapeso el Congreso de las malas decisiones que la administración Federal toma.
¿Qué es lo que hace falta para llevarlas a cabo? Voluntad política, y no sólo discurso campañero para acarrear votos.

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