En su discurso inaugural, Claudia Sheinbaum Pardo, la nueva presidenta de México, dedicó una parte significativa de su alocución a elogiar al expresidente Andrés Manuel López Obrador y a reafirmar el compromiso de continuar con su legado y los principios de la llamada Cuarta Transformación (4T). Enfatizó la importancia de seguir promoviendo el "humanismo mexicano" y la transformación de la vida pública.
Sheinbaum enumeró los principios fundamentales de la 4T, comenzando por el compromiso de "prosperidad compartida", afirmando que "por el bien de todos, primero los pobres". También destacó el principio de que "no puede haber gobierno rico con pueblo pobre", asegurando que no habrá lujos ni privilegios en su administración y que el gobierno debe ser un apoyo, no una carga para el pueblo, lo que definió como "austeridad republicana".
Además, subrayó la importancia de la honradez y honestidad en el servicio público, argumentando que la corrupción perjudica al gobierno y subraya que la honestidad es fundamental para generar recursos destinados al bienestar del pueblo. Finalmente, Sheinbaum concluyó que la construcción de una autoridad moral se logra a través de la lucha diaria por la democracia, la justicia y la libertad. Este enfoque sugiere una continuidad en la política y la filosofía que caracterizó el gobierno de López Obrador, marcando el rumbo de su administración desde el inicio.