El asesinato de Jesús “Chucho” Pérez Alvear el 4 de diciembre en un restaurante de Polanco, Ciudad de México, marca un nuevo y violento capítulo en las complejas relaciones entre la industria musical y el crimen organizado en el país. Pérez Alvear, conocido promotor de conciertos de música regional mexicana, fue atacado a tiros por dos individuos en un acto que ha generado consternación en el ámbito cultural y de entretenimiento.
La relación de Pérez Alvear con figuras de la música regional, como el cantante Gerardo Ortiz y Julión Álvarez, así como su rol en la promoción de eventos importantes, subraya su influencia en el sector. Sin embargo, su vinculación con el crimen organizado, en particular con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y “Los Cuinis”, según investigaciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos, sugiere que su carrera estuvo marcada por la controversia y el peligro.
La relación personal de Pérez Alvear con miembros de la familia de “El Cuini” y “El Mencho” acentúa el perfil de riesgo que enfrentaba, dado que estos son algunos de los líderes más notorios del narcotráfico en México. La ejecución de Pérez Alvear podría ser un indicativo de las tensiones y luchas por el control en el ámbito del entretenimiento y el crimen organizado, y plantea preguntas sobre la seguridad en la industria musical en un contexto donde las organizaciones criminales buscan influir en diversas áreas de la sociedad.
La violencia en este caso resalta no solo la vulnerabilidad de quienes operan en la intersección de la música y el crimen, sino también la necesidad de abordar las raíces de la violencia y la corrupción que amenaza a muchos en México.