La historia de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) es rica y compleja, marcando la evolución del ajedrez a nivel mundial desde su fundación en 1924. Su lema “Gens una sumus” resalta la idea de unidad entre todas las naciones implicadas en el ajedrez, un eco de la esencia competitiva y colaborativa de este deporte.
Desde sus inicios, la FIDE ha jugado un papel crucial en la organización y estandarización de torneos, así como en la regulación de los títulos que se otorgan a los jugadores. Durante los primeros años, la relación entre los campeones del mundo, como José Raúl Capablanca y Alexander Alekhine, y la FIDE era más informal, siendo el título considerado como una propiedad personal más que un reconocimiento regulado por una institución.
El Campeonato Mundial de 1927, donde Alekhine derrotó a Capablanca, marcó un punto de inflexión que evidenció la importancia de la financiación y los acuerdos económicos en este deporte. La frustración de Capablanca por no poder obtener la bolsa financiera necesaria para un match de revancha subraya las complicaciones que enfrentaban los jugadores en esa época.
Con el trágico fallecimiento de Alekhine en 1946, mientras aún era campeón, la FIDE tomó control del campeonato mundial en 1948, estableciendo un ciclo más organizado para determinar a los retadores. Esto fue un cambio significativo que transformó la naturaleza del título de Campeón del Mundo, pasando de ser visto como una propiedad privada a ser reconocido y organizado por la FIDE.
La primera olimpiada de ajedrez en 1927 también simboliza el crecimiento de la FIDE como un ente organizador, estableciendo un precedente para futuras competiciones internacionales y mostrando el interés global en el ajedrez. Aunque en sus primeros años tuvo retos como la resistencia de campeones frente a su autoridad, a lo largo del tiempo la FIDE ha logrado consolidarse como la entidad principal en la regulación y promoción del ajedrez a nivel mundial.
En homenaje a su centenario, el ajedrez celebra no solo su rica historia, sino también su continuo crecimiento y expansión en el ámbito competitivo y de masas, reflejando la evolución de un juego que ha sido tanto un arte como una ciencia, y una plataforma para unir a personas de diversas culturas y orígenes.