La campaña nacional "Sin Maíz no hay País" expresó su satisfacción por el rechazo a la reforma constitucional al artículo 4 propuesta por la presidenta Claudia Sheinbaum, que limitaba la protección contra la siembra de maíz transgénico, pero permitía otras formas de maíces genéticamente modificados. Mercedes López Martínez, representante de la demanda colectiva "Maíz", indicó en una entrevista que la limitación de la reforma no fue un error, sino que estuvo influenciada por funcionarios gubernamentales con vínculos a empresas transnacionales.
En una carta dirigida a la presidenta, la campaña calificó la propuesta de "insuficiente" y un "grave retroceso", argumentando que, aunque parecía proteger el maíz como parte de la identidad nacional, en realidad podría comprometer la biodiversidad y la soberanía alimentaria del país. López Martínez resaltó la necesidad de que la reforma adoptara una prohibición clara de la siembra de maíz genéticamente modificado en sus diversas formas, incluso la edición genética, para evitar el avance de empresas como Monsanto, Bayer y Syngenta.
Además, sugirieron cambiar la forma en que se refería al maíz en la reforma, proponiendo el término "biodiversidad cultural" en lugar de simplemente "símbolo de identidad nacional", y exigieron la prohibición de estos maíces para el consumo humano, advirtiendo sobre los posibles riesgos para la salud. Posteriormente, miembros de la campaña fueron convocados a una reunión con funcionarios de varias secretarías, donde sus planteamientos fueron aceptados para ser incorporados en la iniciativa de reforma.