El evento mencionado refleja una situación alarmante en Michoacán, donde la violencia y el crimen organizado vienen interfiriendo en las tradiciones locales. La celebración del Sábado de Gloria, que es una festividad importante en la cultura mexicana, se vio alterada por la presencia y participación de miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Los videos que circularon en redes sociales muestran a estos presuntos integrantes del cártel en un ambiente festivo, lo que plantea serias preocupaciones sobre la seguridad y la gobernanza en la región. La interacción entre los miembros del cártel y los civiles, quienes les ofrecieron bebidas y participaron en actividades tradicionales con ellos, sugiere una normalización de la violencia y una posible complicidad o aceptación por parte de la comunidad.
La ausencia notable de autoridades durante estos eventos indica un vacío de poder y una falta de control por parte del gobierno, lo que puede ser interpretado como una forma de rendición ante el poder del crimen organizado. Esto también subraya la complejidad del problema, donde los cárteles pueden llegar a establecer relaciones con la comunidad, influenciando la dinámica social y cultural.
Este tipo de situaciones no solo requiere una atención urgente por parte de las autoridades, sino también un enfoque comprensivo que considere las raíces de la violencia y el crimen, así como la necesidad de reconstruir el tejido social afectado en estas comunidades.